La última década no ha sido precisamente sencilla para las pymes. Han sido unos años marcados por la crisis financiera internacional y sus repercusiones en el panorama nacional; y si la crisis ha impactado en todo el tejido productivo, es razonable deducir que las entidades que conforman el 99,8% del mismo también han experimentado las consecuencias de la quiebra del sistema económico. Pero encima, han sido años en los que las nuevas tecnologías y su implicación en la infraestructura y los sistemas corporativos se ha desarrollado de forma importante, de la mano de la expansión de la transformación digital. Un doble reto para las compañías de menos de 250 trabajadores, en el que dos fenómenos han despuntado como aliados para impulsar la transición tecnológica buscando no comprometer las cuentas: virtualización e hiperconvergencia.
El impacto de la crisis en las pymes
Evaluar los efectos de la debilidad financiera depende de múltiples parámetros, pero hay algunos indicadores con los que se puede visualizar su impacto, como es el caso del número total de empresas en España. Los expertos suelen delimitar la crisis al periodo entre los años 2008 y 2014, para hablar a partir de esa fecha de recuperación. Según los datos oficiales de la Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa, dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, a 1 de enero de 2008 había 3.419.491 empresas, de las que 3.414.779 eran de tipo pyme. En el comienzo de 2014, año en el que se registran las peores estadísticas tras el inicio de la debacle financiera, la cifra total de organizaciones se había reducido a 3.114.361 y la de pymes, a 3.110.522; casi un 9% menos.
Desde entonces, la creación de empresas se ha ido recuperando. En el último informe anual publicado se sitúa el total de compañías a 1 de enero de 2018 en 3.335.403 unidades, de las que 3.330.971 tenían plantillas compuestas por menos de 250 personas. Un 7% más que en el peor momento en relación a la cifra total de organizaciones. Aunque estos datos por sí mismos no garantizan que la situación sea mejor o peor —pueden crearse más empresas pero tener una vida media más corta; o puede haber menos que en 2008 pero tener una situación interna más firme—, la evolución en las cifras muestra que han sido unos años complicados. Años en los que, además, se ha producido una importante renovación del mercado de soluciones para infraestructura y sistemas. Un periodo clave en el que el proceso de transformación digital ha dejado de ser una opción, un proyecto en el que se embarcaban las empresas más punteras, para convertirse en el nuevo estándar, en un paso obligado para evitar la obsolescencia y el desfase. Y no solo a nivel de TI, sino de modelo de negocio y de mercado.
Aliados en la digitalización: virtualización e hiperconvergencia
La última edición del Índice de Economía y Sociedad Digital de la Comisión Europea muestra que, en general, España tiene un buen nivel de digitalización, situándose en el puesto 11 de los 28. Entre las pymes, la actualización al nuevo escenario tecnológico parece haberse extendido. Según el Informe Bankia Índicex 2017: La digitalización de las pymes en España, el proceso deja aún que desear entre las compañías de menor tamaño: sitúa a un 78,6% de las participantes en el estudio como mejorables en relación a su estrategia digital. Solo un 11% se consideran competitivas. Esto no quiere decir que todas estén el mismo punto o que todas las experiencias sean positivas. Por ejemplo, un informe de IDG Research apunta a que, aunque las organizaciones están ya masivamente empleando herramientas de TI y prevén implantar nuevas tecnologías, aún experimentan retos y problemas en el proceso. Todavía necesitan revisar y actualizar sus sistemas, desechando tecnologías heredadas y apostando por alternativas modernas. Se define, por tanto, la necesidad de tener una infraestructura de TI flexible.
En este escenario, las pymes cuentan con grandes aliadas en la forma de dos tendencias tecnológicas: la virtualización y la hiperconvergencia. La virtualización es “la abstracción de los elementos físicos y los emplazamientos”, y se puede aplicar a prácticamente todos los recursos TI: servidores, almacenamiento, redes o escritorio, entre otros. Entre los beneficios que conllevan se citan la eliminación de los gastos de infraestructura, vinculados al alquiler y suministro energético de espacios físicos e instalaciones y su mantenimiento; un despliegue más rápido y mayor agilidad a la hora de escalar; y una gestión simplificada. La virtualización se encuentra en la base misma de la actual transformación digital en las empresas de todo tamaño, grandes y pequeñas. Para estas últimas, con las soluciones adecuadas a sus necesidades, se destacan las ventajas de invertir en elementos de virtualización con la vista puesta en el ahorro a largo plazo y la mayor facilidad en el trabajo con la TI. Esto alcanza un grado más con la combinación de distintos elementos virtualizados que se potencia en los sistemas hiperconvergentes. Puedes ver todos los beneficios de la virtualización y por qué la necesitas en tu empresa en este artículo.
Este tipo de soluciones llevan ya tiempo en el mercado; el suficiente para que se familiaricen con ellas las empresas de menor tamaño. Las mismas que han ido demorando los procesos de digitalización por el desconocimiento de la oferta o la propia transformación, por la desconfianza hacia nuevos sistemas o por la dificultad económica de dar el salto, motivada en parte por el difícil momento financiero internacional que muchas han tenido que pasar. De hecho, en los últimos años se ha ido diversificando el abanico de ofertas con la incorporación de nuevos modelos, como el centro de datos definido por software o el almacenamiento optimizado para flash. Esta multiplicación de alternativas, sumada al mejor momento económico y a la expansión de las nuevas tecnologías en otros ámbitos de la sociedad, hace que las pymes estén en el punto definitivo para dar el salto. Puede que no sea un ahora o nunca, pero ignorar la transformación digital con las herramientas actuales al alcance es un riesgo que será difícil de asumir para estas organizaciones.